La sanidad no es una isla: en favor de la democracia (real)

En los últimos posts hemos repasado qué papel juega el sistema sanitario en nuestra sociedad. Primeramente, hemos visto como no todos los países priorizan de la misma manera los recursos dedicados a la salud, tanto económicos como humanos. Las cifras nos muestran que hay ciertos estereotipos que no se cumplen (el gasto público en salud en los Estados Unidos más que dobla la de los países europeos) y otros sí (los países emergentes gastan muy poco de su presupuesto en salud).

Seguidamente, hemos expuesto diferentes modelos organizativos del sistema sanitario, que tienen mucho que ver con los modelos económicos, y por tanto políticos y sociales de cada entorno (como el papel de la responsabilidad individual versus la protección estatal o la iniciativa privada versus el sector público). Si se puede constatar algo, es que hay muchos modelos, complejas y en constante evolución; como la sociedad misma.

A continuación hemos descrito el perfil de los profesionales sanitarios -médicos y enfermeras- y su lugar en la sociedad. Hemos visto cómo ha evolucionado y deberá evolucionar si queremos seguir disfrutando de una asistencia de calidad. El problema es que los ritmos de los cambios no son paralelos.

Finalmente hemos explicado algunos ejemplos de cómo se está incurriendo en el riesgo – a veces para bien, otras no- de traspasar la fina línea de lo que son dificultades inherentes a vivir con enfermedades, la llamada medicalización.

En conclusión, el papel del sistema sanitario en el estado del bienestar es inseparable del modelo social y económico. No se pueden esperar pues, modelos (organizativos, de financiación, profesionales) simples y estáticos, como tampoco lo es la sociedad donde se inserta. La gran suerte, y el gran reto, es que esto depende básicamente de las personas que formamos la sociedad que, en el mundo occidental, podemos votar para decidir cómo la queremos organizar (excepto en algunos países, donde si lo que los ciudadanos votan algo que no gusta, se suspenden las instituciones elegidas o las decisiones ganadoras, a pesar de ser formalmente democracias).

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